lunes, 25 de agosto de 2014

Cipérez; ¡ni las brujas se perdieron los toros!

 
 
Mario Crespo
 
La tradición española manda criticar y echar por tierra las iniciativas e ideas que se salen de lo tradicional, a tildar de locos e irresponsables a aquellos que, sabedores de lo que hay, apuestan a caballo ganador. Todo estaba en contra. No figuraba en el programa oficial, surgió a última hora y las gestiones se alargaron hasta las mismas vísperas de las fiestas, nadie en Cipérez donde hace muchos años, demasiados quizá, dejaron de celebrar festejos taurinos daba un duro por una exhibición de cortes y resulta que la descabellada idea ha terminado siendo el mayor éxito de las fiestas.
Gracias al toro, Cipérez, un pueblo de unos trescientos habitantes ha conseguido meter casi mil doscientas almas en una portátil el pasado sábado día 23. ¡Ojo! previo paso por taquilla, algo a lo que no se está acostumbrado en la localidad y que a pesar de ello no fue impedimento para que las gradas se llenasen.
 
Los aledaños de la plaza eran un ir y venir de gente y coches, se barruntaba lío gordo, mucho ambiente y colorido gracias a las peñas, cargadas de alegría y víveres. Cipereños de los de todo el año e hijos del pueblo que emigraron y regresan estos días con la familia a sus raíces. Nadie quiso perderse el histórico festejo.
 
Llegó la hora de los valientes. El pueblo respondió y les tocaba el turno a cinco recortadores ataviados de goyesco y sabedores de que de ellos dependía la consolidación del festejo en próximos años. Entre los aplausos del respetable y una nube de humo, rompió el paseíllo. Tras la presentación comenzó la exhibición ante una vaca y dos novillos de Miranda de Pericalvo.
No se dejaron nada dentro los chicos que dieron un gran espectáculo e hicieron vibrar al público con una variada y arriesgada actuación que no dejó a nadie indiferente. Cortes, quiebros y saltos se fueron alternando dentro de una actuación donde destacó sobre manera la lidia del último novillo, el cual, fue recibido a porta gayola con un corte que puso en pie la plaza. No faltaron los sustos tampoco con una aparatosa cogida durante la realización de un reverso que gracias al serrucho y la rápida intervención del director de lidia se quedó en un golpe. Golpe que no impidió al cortador sacar la vergüenza torera y  volver a la cara del animal para marcarle un quiebro pegado a tablas que se llevó la mayor ovación de la tarde.
 
Puso el broche de oro la concurridísima suelta de una vaquilla para los mozos que llenaron el ruedo ávidos de disfrutar tras muchos años en primera persona de los animales en su pueblo. Y es que estas fiestas ha quedado demostrado que en Cipérez hay afición y gustan los toros, que son el mayor y mejor reclamo para que los forasteros se acerquen al pueblo. Durante muchos años hubo encierros que tras el éxito de este año ¿por qué no recuperar? Seguro que ni las brujas se lo perderían…
 














 

















 


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