¡Se acabó lo que se daba! El pasado sábado Castilla y León
echó el telón a la temporada taurina. Todo el mundo hablaba por las redes de la
capea de Iscar y la práctica totalidad de las miradas estaban puestas en la
villa maderera, pero en un pequeño pueblo de la sierra salmantina con mucho
menos nombre taurino popular, no así monumental ya que esta declarado Conjunto
Histórico Artístico, se volvían a capear vaquillas en la “Plaza los toros”
construida al pie del Castillo en el antiguo patio de armas.
Presumen los lugareños de poseer la plaza de toros más
antigua, pudiéndose observar los burladeros
(troneras) creados en dos de los laterales del histórico recinto.
La soleada tarde animó a muchos aficionados a llenar la plaza
para disfrutar del festejo mientras los jóvenes de la localidad se afanaban en
cerrar el cuadrado coso taurino.
Con todo preparado se dio suelta a la primera de las vacas. Brava
y repetidora plantó cara como pudo al ansia de los recortadores, que la
asfixiaron con rodadas eternas sobre el empedrado suelo mirandés y que hizo que
en más de una ocasión el animal cayese al suelo. Una pena que no supieran
dosificar al animal ni darle sitio por que podría haber dado mucho más juego.
En segundo lugar salió una vaca más pequeña que la anterior
y que nada quiso saber de lo que allí sucedía.
Al verse asediada por los aficionados optó por aquerenciarse asustada contra la
pared provocando un par de arracadas que terminaron volviendo al lugar de
partida. Vanos fueron los intentos de sacarla a los medios y cambiarla de
terrenos, terminando el festejo cuando los últimos rayos del sol se escondían
tras el Castillo y las murallas de Miranda.
Esperamos que este bonito festejo se conserve en el tiempo y
poder disfrutar de él durante muchos años más. Mi enhorabuena al pueblo de
MIRANDA DEL CASTAÑAR por sacarlo adelante.
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