Con el anhelo del sonido de la Campana Gorda, Ciudad Rodrigo
engorda los libros de historia carnavalera con lo acontecido en la recién
terminada edición del 2013 mientras se quita el disfraz que durante cinco días
la ha convertido en el epicentro del mundo taurino.
Es momento de decidir desde el consistorio, como tutor legal
del enfermo, si deja infectar la fiesta farinata de la epidemia que azota al
mundo del festejo popular y que como era de esperar a atacado al carnaval
mirobrigense, o por el contrario de cara a próximas ediciones receta el
antídoto necesario para que los virus no se carguen el antruejo como han hecho
este año.
Era difícil repetir un carnaval tan exitoso como el anterior
a pesar de que la cartelería nada tenía que envidiar a la del 2012 y los
responsables organizativos eran los mismos. Gente con amplia y sobrada
experiencia en la materia pero que no pudieron impedir que los festejos se pescasen el virus.
La fiesta la abrió de manera exitosa por quito año
consecutivo El Campanazo, organizado por la Asociación CarnavaldelToro.es que
reunió en el coso taurino a miles de personas que al ritmo de los músicos de
las charangas disfrutaron del evento.
Con El Campanazo finalizado, se dio suelta al encierro de
mansos desde los corrales de San Pelayo. Los pupilos de Martín Perrino
realizaron un camino tranquilo y sin sobresaltos. A media noche dos toros bien
presentados animaron la abarrotada plaza de toros. Una lastima que el primero
se lastimase una pata.
La soleada aunque fría mañana sabatina la abrió Lidiador, Toro del Antruejo 2013, que
llenó Los Pinos hasta la bandera. No dio juego esta vez el muy bien presentado
astado de CarnavaldelToro.es que nada más salir de corrales cayó enfermo y se
mostró acobardado y huidizo.
Al medio día, tomaron el testigo de Lidiador tres magníficos ejemplares de Sayalero, con kilos y unos
pitones de asustar que salieron como alma que lleva el diablo de corrales.
Pasaron la zona de mayor concentración infecciosa sin problemas gracias a la
espantada general producida al barrer agujas y subirse a la acera respectivamente
dos de los Sayaleros y continuaron a buen ritmo hasta el Registro donde uno de
los astados se emplazó unos minutos para continuar sin mayores sobresaltos
hasta la plaza. Por la tarde la capea estuvo entretenida y los tres toros
dieron buen juego, cerrando la jornada un rápido desencierro.
El domingo se cortó la racha. Tras unos años de grandes
espectáculos, este carnaval tocó decepción. Ayuntamiento y organizador sabían
de la dificultad del ganado elegido, por algo se trajeron los toros con un mes
de antelación para trabajarlos en el campo, sabían también del recorrido tan
sumamente largo e inapropiado para este tipo de festejo, y por supuesto contaban
con la presencia de moléculas infecciosas dispuestas a reventar el festejo.
Todo esto lo sabían, arriesgaron y salió mal. No valen excusas aunque no por
ello dejaremos de denunciar la actitud de varios aficionados antitaurinos y
sobre todo la libertad y tranquilidad con la que actúan, sin que nadie les pare
los pies.
Respecto a lo que dieron de sí los festejos
dominicales, poco que destacar. Una vez controlado el caos en la zona de la
ermita, desde los corrales de la calle Duero se dio suelta al encierro de
reserva formado por los cinco toros participantes en los festejos de viernes y
sábado. Los animales acusaron el cansancio acumulado y para más inri la
presencia de la lluvia aguó más si cabe la jornada.
Ni el encierro de reserva fueron capaces de respetar
foto: artetaurino.es
El lunes se junto el hambre con las ganas de comer. Seis
grandes y serios toros de Los Bayones, alguno atacado de kilos pero de
imponente presencia estaban preparados en los chiqueros. A las once en punto se
abrieron los corrales para que comenzase el encierro pero un problema con una
de las puertas hizo que tan solo dos toros emprendieran camino junto a los
mansos. Sin la ayuda de los bueyes, la tarea de sacar los toros se complicó y
tras mucho esfuerzo consiguieron ponerlos en las calles uno por uno. La mala
suerte del incidente los puso en bandeja de plata para que los virus atacaran
con virulencia a los toros desde los primeros metros. Aprovechando la indefensión
de su soledad sufrieron mantazos, chaquetazos, paraguazos y rodadas eternas
acompañados de caídas y costralones.
El parte de guerra es claro. Dos toros exhaustos tuvieron que ser ensogados
para conseguir llevarlos a la plaza y cuatro de ellos quedaron inutilizados
prácticamente para el resto del día.
Con este panorama, tan solo dos toros de Los Bayones
pudieron capearse. No fue un espectáculo para tirar cohetes pero tampoco se
podía pedir más a los toros. Con los dos protagonistas de la capea se realizó
el desencierro donde los toros se emplazaron unos instantes en Los Pinos antes
de entrar en chiqueros y disfrutar de un merecido descanso.
Por la tarde se soltaron en la capea el resto de toros,
convalecientes aún, y que como era de esperar ni hicieron ni se les exigió.
Para poder realizar el desencierro hubo que tirar de los toros desencerrados
por la mañana más uno de la tarde. Realizaron un camino tranquilo hasta los
pinos donde se emplazaron un largo rato en un charco que junto a la tierra hicieron
de fármaco contra posibles infecciones.
En lugar de tirar del toro, se le dieron infinidad de chaquetazos en sentido contrario...
foto: Bárbara Sánchez
...muchos de esos chaquetazos terminaron con los toros como en la foto...
foto: Ciudad Rodrigo al Día
La última jornada carnavalera la abrió la capea nocturna, escotada por los hosteleros con la
colaboración de Martín Perrino, de dos toros de Torrehandilla y Sancho Dávila
que dieron juego y se movieron bastante entreteniendo al personal que una vez
más llenó el graderío.
A las nueve de la mañana se dio suelta al Toro del
Aguardiente. Ejemplar jabonero de Torrehandilla, de pobre cabeza, que se movió
de lo lindo entre el registro y la plaza.
A las once dio comienzo el último encierro de las fiestas.
Seis hermosos ejemplares, de variadas capas y preciosas hechuras conformaban la
manada. Salió al unísono esta vez la torada con un jabonero levemente
descolgado. Preciosas imágenes deparó el paso de la manada junta que sorteó sin
problemas los germenes de la zona baja de Foxá. A lo largo de la avenida la
manada se fue estirando permitiendo entrar a los corredores varias veces a la
cara. Al llegar al Registro, como sucede habitualmente, a la altura de la
bóveda los toros tienden a abrirse a derechas buscando la continuación del
recorrido que encuentran tras unos segundos de dudas al lado contrario. Esta
vez esa duda les paso factura y aprovecharon las partículas infecciosas para
volverlos y hacer una capea del
encierro. La intervención de verdaderos aficionados tirando de los toros hacia
la plaza evito un desgaste excesivo en los Torrehandilla.
En la capea, los astados se movieron y dieron buen juego
pudiendo disfrutar de varios saltos y recortes de mérito. Lamentablemente el
gran espectáculo lo empañó una desafortunada cogida a un mozo local al realizar
un quiebro. En el desencierro los Torrehandilla permitieron realizar buenas
carreras y uno de ellos se emplazó en Los Pinos para disfrute de los
aficionados. Por la tarde la capea volvió a estar entretenida con animales que
se movieron y dieron juego, poniendo el broche a esta edición un rápido y
emocionante desencierro.
Tras poner fin al Carnaval, llega el momento de la
reflexión. Este año los aficionados han sido la verdadera lacra y enfermedad
del antruejo. La falta de respeto al toro, a un pueblo y a sus fiestas ha sido
bochornosa. Alguien tiene que poner freno a tanto atropello pero no solo en
Ciudad Rodrigo sino en el resto de localidades donde esta gente campa a sus
anchas.
Solo se pide que se respete el encierro y al toro, máximo
protagonista de nuestra fiesta. Que todo el que participe lo haga corriendo y
no armado con chaquetas, mantas y paraguas para intentar parar los toros y
reventar el encierro. Los festejos Mirobrigenses exigen físicamente mucho a los
astados, tienen que participar en el encierro, una capea y un desencierro
mínimo al día, si nosotros mismos no los dosificamos es imposible que den juego
a lo largo de la jornada. Cualquiera con dos dedos de frente sabe esto.
El intentar parar los toros debería reservarse para los
desencierros ya que es el último festejo en el que van a participar. Lo sucedido
tanto el Domingo como el Lunes, sobre todo este último, es inadmisible. Cuatro
toros de Los Bayones quedaron desfondados durante el encierro gracias a los
aficionados.
El ayuntamiento
puede y debe tomar medidas contra esta epidemia que se extiende en toda nuestra
piel de toro y que tanto daño a hecho este antruejo. Del mismo modo el
consistorio debería también frenar los caprichos de los calienta burladeros durante las capeas. Individuos que se colocan
en los burladeros sin intención de participar activamente del festejo, estorban
y entorpecen a los que de verdad dan espectáculo y que se dedican a hacer
rematar a los toros repetidas veces contra las maderas, no sabemos con que
finalidad ni si se sienten más hombres por ello o buscan su segundo de gloria.
foto: Ciudad Rodrigo al Día
Un año más Ciudad Rodrigo volvió a ser ejemplo en la
organización y despliegue de medios sanitarios, contando con unos profesionales
de primera categoría tanto en la enfermería como a pie de recorrido. El
personal contratado por la empresa para los encierros y capeas volvió a
realizar un gran trabajo destacando sobre manera el director de lidia siempre
atento y bien colocado. La bendita parada de bueyes de Martín Perrino volvió a
trabajar de lo lindo y eficazmente. Esto me gusta destacarlo siempre ya que no
hace tanto sufrimos todo lo contrario y se ha demostrado que es importantísimo
para el manejo de los bravos una parada de bueyes en condiciones.
El final, el de todos los años, recordaros e invitaros a
disfrutar del próximo Carnaval del Toro del 28 de Febrero al 4 de Marzo de 2014
en CIUDAD RODRIGO.
Mario Crespo
tienes toda la razon. es impensable que esto suceda en pamplona,sanse, etc donde los mismos corredores y pastores hacen"justicia" sobre la marcha, esdecir a palo limpio con los que no cumplen las normas
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