lunes, 25 de marzo de 2013

Arnedo sí lo hace




Arnedo tiene veinte valientes que se atreven a jugársela con ganado “de corro”. La ciudad del calzado exige que estén bien formados -en espacios y terrenos- para después enfrentarse a capones y vacas, de altura. De alzada asombrosa para un charro que pisa de manera circunstancial La Rioja.
Sorprendió ver vacas con motor, y capones con nobleza –el único contacto que por tierras de Miróbriga hemos tenido con ese tipo de ganado fue de la mano de los hermanos Caminero, quienes trataron como mansos a viles raspas navarras-. La lluvia no les molestó, corrieron, galoparon, trotaron, apretaron y derrocharon espectáculo. No solo por el juego, sino por la presencia descomunal; ver pasar a dos metros a un colorao de pitones bastos, desproporcionados, -descomunales-, asusta y mucho.
Con las pupilas aún dilatas se acercó un paisano a contarnos la pena que le daba no poder ver a sus muchachos, a los recortadores de Arnedo, en acción. Uno, paleto donde los haya, se atrevió a decirle que el suelo mojado frenaba el ímpetu del ganado. ¡Ja! El hombre sabía bien lo que decía.
No volví a cruzármelo por el camino, pero sirvan estas líneas para agradecer que me obligara a ir a la plaza. Ahí sí, con arena y querencias asimiladas, los veinte valientes expusieron su cuerpo para luchar por colocar una anilla, y recoger el aplauso de un público que va a ver a la vaca –no a ellos-. Emotivo para uno que se mueve sobre todo por Castilla  y Extremadura,  donde el respeto y la traición a la condición del toro son elementos del pasado.
Pasado reciente si lo comparamos con lo que vino después. Acabó la cuarta vaca y el Arnedo Arena se derrumbó. Se vino abajo  buscando albero. Allí estaban ellos: los niños–a los que no habíamos atisbado en las tres horas de festejos-. Se lanzaron de cabeza para pegarle un capotazo, quiebro o corte a los añojos. Nostalgia del pasado… Pelos de punta para los que recordamos esas sueltas para principiantes como parte de nuestros comienzos.
Visto eso, Arendo lo hace -y bien-. Lucha por dar vida al festejo taurino con noveles. Si famoso son sus Zapatos (de plata y oro), no puede quedar atrás su afán porque todos y cada uno de los niños que allí se crían sepan y se relacionen con el toro. Buscan generar madera, tener sabía nueva que los lleve a honrar la tradición de su villa. ¡Larga vida a sus costumbres!
Texto: Iván Ramajo
Fotos: Iván Ramajo y Rodrigo Montero