Iván Ramajo
En Pamplona el toro y el corredor -de estirpe brava- son cosa del pasado. El primero no reina, el segundo apenas domina y templa. Poco más que apuntar.
Por lo visto, hoy en el encierro estuvo la vistosidad. Debió de ser de los pocos que esperaban al encierro del 7 de julio (el día grande de Pamplona, el más importante del año -no nos olvidemos-) en el centro de la calle Estafeta. El resto fue para el pánico, y ante eso es imposible luchar.
Tanto, que desde hace un puñado de años se viene contado la más grave de las adolencias, en el carácter, del primer encierro de los sanfermines. Da igual su origen, su trapío, el comportamiento previo en este espectáculo. Al final, acabamos mancillando el nombre del Santo para explicar cuestiones que el ojo humano no puede detectar. Lo que sí hace es dilatarse al comprobar que un toro suelto se entrega al dueño del encierro -el pavor-, afligiéndose ante la carne que le impedía avanzar.
Antes de eso, Deseadito, herrado a fuego con el número 58, venía entregado al paseíllo humano de acento anglosajón, que hoy más que nunca se apretaba en los laterales de Estafeta (hasta quitar, al menos, ¡cuatro metros de anchura a la calle!). Trotaba por no desplomarse y rematar el arranque más esperpéntico de los últimos años en Pamplona. Ridículo.
Al margen de ese sexto, sus cinco hermanos, aunque ya no manden, aún encontraron reinos de taifas donde los amantes del encierro pudieron reconciliarse con Pamplona. Santo Domingo, insumiso al poder del terror –salvo que los mismos que han hecho de Estafeta un sitio abominable decidan acabar con él-, permitió lucir la estampa del enésimo encierro que lidia en territorio de “primera” la familia Lozano. Ahí, los toros mandaron, se cruzaron, derrotaron… en definitiva: dieron miedo. La calle fue suya, hasta que llegaron a Mercaderes. De ahí, al destierro. Bueyes por delante y Gaitero e Injuriado secundándoles la marcha, con distancia suficiente para provocar el único canto al arte de correr los toros visto hoy.
Fragancias tan leves, que son incapaces de aliviar el hedor que hoy desprendieron las calles que conforman el recorrido pamplonés. Este 7 del 7 del 2013 ha de ser un punto de inflexión, para el que denominan “mejor encierro del mundo”. Si no lo es, ¿seguirá siendo fundamental que quien da sentido al encierro -el toro- y los pocos que apuestan, verdaderamente, por cumplir el rito de correr sigan encontrándose a las 8 de la mañana?
FICHA DEL ENCIERRO:
Primera carrera de las fiestas de San Fermín 2013. Domingo 7 de julio. Con sol y 15 grados centígrados se han corrido 6 toros de Alcurrucén, -cinco castaños y uno negro- astifinos y pesados, que han completado el recorrido en 4 minutos y 6 segundos. La lida, de la primera corrida de toros de la Feria, será llevada a cabo por Antonio Ferrera, Antonio Nazaré y Alberto López Simón.
Según reza el parte médico oficial no se ha registrado ninguna cornada, durante el primer encierro, volviendo a dejar el balance en blanco como ya hicieran en las cuatro veces anteriores en las que participaron en los sanfermines (1996, 2003, 2006 y 2009). Lo que sí indica el gobierno foral son dos traslados (de nacionalidad australiana y estadounidense) con pronóstico reservado por fuerte traumatismo, otro (pamplonés) con pronóstico menos grave y un cuarto, leve, de origen británico.
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