miércoles, 7 de marzo de 2012

Entrevista al corredor de encierros Miguel Ángel Eguiluz, 1ªparte

Una foto de Juan José Padilla nos puso en contacto. En aquél momento pensé que nadie mejor que él para que nos hablase de un encierro desde dentro y le pedí que me respondiera a unas preguntas para el blog a lo que Miguel Ángel accedió encantado. 

Mi intuición no me falló como podréis comprobar y hoy subo la primera parte de la entrevista que Miguel Ángel Eguiluz nos ha concedido.

 Desde estas líneas quiero agradecerle el tiempo que nos ha dedicado y el amplio archivo fotográfico que nos ha cedido para acompañar a la entrevista.

12 de julio de 1971


-¿Cómo empezó tu afición al encierro?

 Mis primeras sensaciones y contactos con el encierro fueron  cuando yo tenía 5, 6,7 años. Mi abuela paterna  nos llevaba a ver el encierro a la plaza de toros. Me impresionaba mucho y me entusiasmaba el momento de entrar los toros en la plaza. A pesar del madrugón (entonces era a las 7), el frío de la mañana  sentados en el tendido de la plaza y la espera, que se me hacía eterna... pues todo esto merecía la pena pasarlo.

Conforme se acercaba la manada notaba que iba en aumento la emoción, se palpaba la  tensión y se sentía en todo el ruedo. La torada era precedida por cientos, cientos y cientos de mozos, que cada vez llegaban más y más y más rápido hasta que explotaba todo cuando los toros pisaban la arena. Ese momento me impactaba mucho.

Lo que si me chocaba y me llamaba mucho la atención era que entre tantos y tantos corredores que llegaban a la plaza, solo “unos pocos” lo hacían delante del toro y lo cierto es que sentía verdadera admiración por esos “pocos” que conseguían entrar en las astas.

 También he vivido en casa cierta tradición familiar.
Mi padre, por la radio en los años 70 y por la televisión después, no se perdía un encierro, estaba pendiente de mis carreras y además de que le gustaba mucho, él también llegó a correr. De hecho, el año que se casó perdió la alianza en un encierro... y aunque no fue un corredor habitual algún gen taurino heredé de él.

Mi hermano mayor si que fue corredor habitual durante la década de los sesenta y parte de los setenta. Corría el final de estafeta y telefónica. Salía corriendo el encierro en el cartel  que anunciaba   los Sanfermines del año 1967.

14 de julio de 1972 corriendo con gafas

 Lo que sí influyó, y creo que resultó determinante para que yo corriera, es el que yo fuera atleta. Era velocista y saltador. El entrenamiento para competir en estas especialidades resultaba el ideal como aplicación luego al encierro, pues me proporcionaba reflejos, velocidad explosiva, velocidad resistencia, potencia, coordinación, salto... en fin, la mezcla perfecta para correr el encierro. A esto se juntaba el atractivo que tenía esa especie de competición- riesgo, unido a la tradición, la grandeza del toro, la espectacularidad del encierro, etc... y me enganchó, claro que me enganchó. Y a la vez, cómo no,  pude vivir y sentir el ser uno de “aquellos pocos” que entraban a la plaza en las astas.


-¿Durante cuantos años has corrido el encierro?

 Han sido 38 años pero con alguna interrupción. El día 12 del año 91, tomé la decisión  de dejar de correr definitivamente. Esta decisión fue con total premeditación y convencimiento pues notaba que me empezaba a fallar parte de esa “fuerza mental” que es vital para todo corredor... en definitiva no tenía ese punto que hace falta para meterte siempre en el momento decisivo en la cara del toro. ”Había perdido el sitio” y aunque eso me pasaba solo alguna vez, no estaba conforme con esa situación. Llevaba 21 años corriendo, me aprovechaba de mi experiencia y de mi velocidad para “colarme” en la cara del toro y aunque lograba hacer buenas carreras, para mí algunos de esos encierros no eran encierros “con verdad”.

13 de julio de 1973 vestido de negro entrando a la plaza


 Así que dejé de correr pero lo que  no había hecho era desconectar del encierro y menos de la cuadrilla de amigos corredores, pues me quedaba dentro del recorrido, almorzaba con ellos, incluso seguía haciendo el mismo horario que si estuviera corriendo. No salía a la noche y me levantaba para estar en el ajo durante el encierro.

 Sin embargo veía que los Sanfermines no eran lo mismo para mí, los sentía descafeinados me faltaba emotividad, no los vivía con esa profundidad y sentimiento propios en mí... me faltaba “ese plus” que me aportaba  el encierro...”Estaba en la fiesta pero como si no estuviera”.

 Pasé el 92 sin correr. En la cuadrilla me daban la chapa y me  insistían intentando convencerme  para que volviera a correr. La verdad es que “mi chip” estaba cambiando y notaba que mi cabeza me estaba poco a poco pidiendo volver a correr... que  necesitaba volver a correr.

 En el almuerzo del 10 de julio del 93 “me dejé convencer”.
Entre Jokin, Ramón Echaniz y Julen me llevaron en volandas al día siguiente hasta la Estafeta. No olvidaré nunca ese empujón moral que me dieron, incluso llegando ya la manada todavía Jokin me hacía gestos de ánimo para que entrara al 100%.

Ese día no lo tuve nada fácil para entrar. Llegaron dos toros mandando la manada, a la altura del Fitero, uno a la par del otro, tuve poco espacio para meterme, incluso uno de ellos me dio con el asta pero aguanté la tarascada (ahí me di cuenta que estaba mentalmente al 100 %) e hice una buena carrera al alimón con mi tocayo Miguel Ángel Castander. ”Había recuperado el sitio” y las sensaciones volvían a ser las de antes. Era el principio de otros 17 años más de encierros.


 14 de julio de 1974 corriendo con gorra y gafas

-¿Qué recuerdas de la primera vez que corriste un encierro?

 La primera vez tenía 15 años. Me situé al final de la estafeta y cuando creí que llegaban los toros empecé a correr. Yo miraba atrás pensando que cada vez los tenía mas cerca. En la bajada del callejón notaba que los tenía justo detrás y entré en la plaza como una bala... y allí no aparecía ningún toro. Al fin llegó la manada y la verdad que me sentí mal y además con sensación de ridículo, ridículo por el miedo que había pasado yendo tan lejos de los toros. Me prometí a mi mismo que eso no volvería pasarme, ó corría con los toros ó no corría.

 Esto, ó algo similar, parece que le ha pasado a más corredores y que después de aquello y dependiendo del resultado positivo o no de las siguientes experiencias, o han seguido corriendo o no han vuelto a pisar la calle.

Unos: “la segunda vez logré correr al lado de un toro... estuve cerca de un toro... logré ponerme por un momento delante... etc, y ahí me entro definitivamente el “veneno”.

Otros: “ya he probado lo que es eso y con una vez me basta... yo no me vuelvo a meter ahí ni loco... yo no me la juego otra vez... etc”.

12 de julio de 1975 tirando con Julen Madina del toro


-¿Han cambiado mucho los encierros de cuando empezaste a correr a ahora?

Uno de los cambios más evidentes es el considerable aumento de la cantidad de “corredores” y digo bien, “corredores” (entendiendo por corredor el que espera a la manada con el único objetivo de meterse en las astas y hacer la mejor y más larga carrera posible con el toro), no de los que están de comparsa y dejan pasar la manada. Porque gente en el recorrido, lo que es “la marabunta, la masa”, ha habido siempre. Pero ¡ojo!, que en los 70-80 también había encierros que estábamos muchos, pero muchos corredores... aun y todo no era tanto como lo de ahora.

También han cambiado “las formas”. Ahora “se entra a saco”, la competencia es brutal, todo el mundo quiere pillar toro a consta de lo que sea. No se respeta al que lleva el toro y ya no se hace el “relevo natural” de entrar en la cara del toro cuando el que lo lleva se aparta, sino que te echan o te cierran el paso obligándote la retirada. Hay algunos corredores que lo hacen descaradamente  por sistema y te rompen la carrera, así por el morro.  

Pero en fin... sin entrar en polémicas, creo que todo corredor debería asumir que algún día no se puede coger toro y que habrá algún encierro que no te salga bien y que a pesar de la frustración que ello supone, tendrás que aceptarlo. Al final, si eres legal corriendo, siempre te llegan las carreras que compensan con creces esos cabreos y esas decepciones.

24 de septiembre de 1978 entrando en la plaza en San fermín chiquito

 También ha cambiado, la plasticidad, la imagen, la estética del encierro... por lo menos el de Pamplona, sobre todo a partir de la curva. Y es que parece un circo con tanta camiseta multicolor. Unos por costumbre, otros por destacar y para que se les vea más, otros por superstición... el caso es que hay momentos y tramos que no parece el encierro de Pamplona.

 El auge de correr de blanco empezó hacia los 70, fue a más en los 80 y primeros de los 90 y a partir de ahí se fue diluyendo hasta llegar a nuestros días en que proliferan los colorines y camisetas llamativas perdiéndose esa esencia de la que tanto hablamos y esa autenticidad que siempre ha tenido el encierro de Pamplona y que tanto preconizamos los corredores de aquí.

Afortunadamente en Santo Domingo, Ayuntamiento y Mercaderes se mantiene la tradición y se sigue corriendo en general de blanco.


-¿Qué destacarías de los encierros de antes y que cambiarias de los de ahora?

Quizás lo vea con cierta nostalgia pero la mentalidad que teníamos  entonces dista mucho de la de ahora. Antes te centrabas exclusivamente en el toro y ahora (sobre todo los 10 últimos años) no depende todo del toro y de ti, sino de los demás corredores, de esa lucha que tienes que librar para poder conseguir entrar en “el sitio”... y una vez que lo has conseguido, es igual de complicado o más el poder mantenerlo.

Pero lo cierto es que todo cambia, todo evoluciona y el encierro no es una excepción así que con el paso de los años nos hemos ido adaptando a esa evolución y los que no han querido aceptarla o no han podido, dejaron de correr... o lo aceptas ó lo dejas...


12 de julio de 1979

Tanto a la Meca como al Ayuntamiento, lógicamente, les interesa que los toros vayan rápidos, juntos y que no den problemas. Que no haya heridos y que el toro no se lesione. Todo esto va en detrimento del corredor que tiene menos oportunidades y menos toro para entrar. El antideslizante de la curva, por ejemplo, ha contribuido no solo a que se caigan menos los toros (con lo que se estira menos la manada), sino también a que se agarren más y arranquen más fuertes  de la curva. En definitiva el que sale perdiendo es el corredor. En el último que se piensa es en el corredor. Antes la prioridad era el corredor, los cambios y modificaciones que se hacían eran siempre pensando en el corredor y sino ahí estaba Javier Lorente, jefe de protección ciudadana durante un montón de años, que hizo mucho y bien en pro del encierro y siempre a favor del corredor.

13 de julio de 1979 marcando con el periódico la distancia

¿Qué cambios haría yo...? Pues pensando “egoísta y exclusivamente” en el bien del corredor y del encierro:

- Obligaría a que todos corrieran de blanco... quizás habría menos protagonismo y el encierro ganaría en estética, en autenticidad, en tradición... a los pastores se les distinguiría mejor...

- No poner el antideslizante supondría dar más oportunidad al corredor y al estirarse más la manada habría más huecos, más opciones de pillar toro, más carreras... en definitiva “más encierro”... y no por ello más peligro, el peligro esta en el toro suelto, no en la manada estirada.

- Quitaría la televisión... seguro que al quitarle tanta repercusión mediática correrían igual un 40% menos de corredores y al no salir en la tele habría menos lucha, menos competencia... Qué iluso soy ¿no? Ya se que esto es hoy día imposible. Es una respuesta interesada e incluso egoísta, pero sincera y repito que pensando “solo en el corredor y en el encierro puro”.

- Y por último retrasaría una ó dos horas el encierro... no tendría que madrugar tanto el corredor, dándole mas tiempo a despejar el cuerpo y la mente, pues al miedo se le suma las horas de sueño, el frío de la mañana... además a los que están de juerga, de empalmada, se les haría muy largo aguantar hasta el encierro, con lo que te quitarías unos cuantos “pasaos”. Después de correr en otros lugares que el encierro se hace más tarde yo no le veo más que ventajas, aunque en Pamplona habría que coordinar bien ese horario con el de la hostelería del recorrido, en este caso sobre todo con el de la calle Estafeta.

14 de julio de 1979


-¿Cree que tiene solución la masificación en el encierro de Pamplona?

Es tal la fama y la repercusión a nivel mundial que tiene el encierro de Pamplona que todos lo quieren conocer y probar, sentir ese miedo, esa sensación, ya sea intentando correr ó de mero espectador en el recorrido.

Diariamente, en directo, en programas informativos, etc. ven el encierro a lo largo del día entre 60 y 70 millones de personas.In situ, en el recorrido, a pie de calle son, según el día, 2000, 3000 ó 4000 personas.

Manejándonos en estas cotas de audiencia y de participación es prácticamente imposible disminuir estas cifras. Así que a priori no tiene solución, salvo que se tomaran medidas contundentes, como alguna de las mencionadas anteriormente:

- Correr de blanco
- Retrasar una ó dos horas el encierro
- Quitar la televisión (esta sería la más efectiva pero también la de mayor repercusión a todos los niveles)
- E informar de forma muy clara y reiterada sobre lo que es en sí el encierro, los peligros que tiene, las condiciones en que hay que estar para participar en él...y sobre todo que se enteren, que sepan todos  “lo que es un toro”, de lo que es capaz de hacer, la fuerza que tiene un toro, de la infinita superioridad física del toro con el hombre... que un mínimo gesto del toro te puede matar, que por el mero hecho de estar en el recorrido estas en constante peligro, etc.

7 de julio de 1980 entrando a la plaza con los toros del Conde de la Corte

-¿Cómo eran las mañanas del encierro desde que te levantabas hasta que sonaba el cohete?

Pues jodidas porque son momentos muy fuertes e incluso a veces te llegas a preguntar al levantarte ¿Pero quién me mandará a mi ir a correr? Con lo tranquilo que podría estar en las fiestas sin complicarme la vida... y sin embargo, cual masoca, día tras día y año tras año... Pero una buena carrera, te compensa con creces todo ese tremendo esfuerzo físico y mental que tienes que hacer para conseguirla.

Es cierto que hay corredores que lo llevan mejor que otros, pero para la mayoría se hace bastante durillo.

Empezando por que a la noche, de los nervios que tienes no puedes  relajarte y es muy difícil conciliar el sueño, duermes fatal, sobre todo los primeros días, luego lo llevas algo mejor.

Yo me levantaba normalmente dos horas antes de las ocho, para prepararme con tiempo, justo antes de salir de casa rezaba a un San Fermín que pongo encima de la  mesa del salón de casa y hacía un calentamiento mínimo de tres cuartos de  hora (desde  los 15 años antes de un entrenamiento ó una competición de 100m, salto de longitud, etc. calentábamos una hora, que es lo habitual en un atleta) para evitar lesiones musculares y además me venía muy bien para sacar parte de la tensión y el miedo del cuerpo.

13 de julio de 1980 con toros de Guardiola. Portada de la revista Aplausos en 1986

En la década de los 70 calentábamos una cuadrilla grande (Chema Esparza, Rafa Torres Arbizu, Atanasio, Julen Madina, Juan Ruiz Taberna, Ramón Echaniz, Jokin Zuasti, Tito Murillo, etc.) en una plaza detrás a la derecha  del ayuntamiento.

Con el paso de los años  aquello acabó siendo como muy indiscreto, la gente nos incordiaba y dejamos de ir. Cambiamos varias veces de ubicación y al final, los últimos años calentaba en el garaje de casa. A eso de menos veinticinco  y bien abrigado cogía la moto, aparcaba por la plaza de toros e iba a un portal de la Plaza del Castillo donde nos juntábamos varios corredores de la vieja guardia (Los hermanos Echaniz, Julen Madina, Jokin Zuasti, Miguel Ángel Castander, Victor Ruiz...) donde hacíamos los últimos estiramientos.

En esos 15 minutos previos al encierro que pasábamos en el portal, hablábamos lo justo, transcurrían casi en silencio, solo se oía los movimientos de los ejercicios que hacíamos y los resoplidos que echábamos a modo de descarga emocional. Como mucho comentábamos algo de la ganadería que tocaba ese día ó el color de la capa de los toros. Se podía cortar el aire, la tensión era increíble estábamos en esos momentos siempre todos al límite. A pesar de la entrañable y larga amistad que había entre nosotros de tantos años corriendo juntos, en esos minutos previos nos comportábamos casi como extraños...

Hasta que uno decía: “señores, menos cinco”, último ajuste de los cordones de las zapatillas, chocábamos las manos y nos deseábamos suerte.

Pasábamos al bar de al lado y bajábamos por unas escaleras hasta la cocina  cuya puerta comunicaba con la Estafeta. Esperábamos el momento en que la policía abría las barreras y entonces accedíamos a la calle.

El pisar la estafeta era como decir, bueno ya estoy aquí, esto no tiene vuelta atrás, con el esfuerzo que me ha costado llegar a este momento, el mal dormir, el levantarme, el acojono, el aguantar y controlar los nervios, el mentalizarme, el calentamiento, etc. ahora no hay que dudar  hay que culminarlo con una buena carrera...


8 de julio de 1981 entrando a la plaza con los seis toros de Dolores Aguirre
 juntos y sin bueyes

Me iba a “mi sitio”, una puerta súper antigua y vieja que hay en la acera de la derecha como a unos 50 metros antes del bar Fitero y me ponía de cara a la puerta, de espaldas a la gente, centrado en lo mío... En esos momentos parece que te falta el oxígeno y necesitaba hacer inspiraciones forzadas y profundas para quitarme esa especie de opresión nerviosa que se me ponía en el pecho y que no me dejaba respirar normal.

Ahí, la presión psicológica es brutal, además mires por donde mires solo ves corredores que como tú están esperando, cada uno en su posición, para intentar hacer lo mismo que tú y piensas: “joder, solo 6 toros para tantos corredores....”

Ante todo eso, algunos días intentaba hacer una especie de auto sofronización, un auto convencimiento de que iba a ser capaz de “meterme” y que de que no iba a tener la mas mínima duda cuando llegase la manada, de que era yo uno de los que iba a pillar toro... sonaba el cohete y al minuto y medio (había que aguantar...) más o menos, llegaba la manada...


7 de julio de 1982 entrando a la plaza con los toros del Conde de la Corte

2 comentarios:

  1. grandísimo corredor , de los de verdad, sólo discrepo en lo de correr de blando y rojo, ya que eso no es tradicional, eso lo han empezado a hacer a finales de los 70-80,in cluso él mismo corría los primeros años con chaqueta negra y vaqueros,si el encierro de pamplona lleva mas de quinientos años por que se quieren ceñir los " puristas" en los últimos 30 años? y la tradición de los 430 años anteriores? que pasa con eso? claro que esteticamente queda mas bonito todos de blanco.. pero no le llamesis tradición...

    ResponderEliminar
  2. He visto el la Pelicula/Documental "ENCIERRO" y me he quedado asombrado con cada una de tus palabras. Muy grande Miguel Angel. Ojala pueda aprender de ti, algun dia nos veremos en el recorrido, saludos!

    ResponderEliminar