Olivito se ceba con un mozo en Mercaderes. DN
Iván Ramajo
Olivito es un nuevo nombre para la historia de Miura en
Pamplona. Una leyenda que este 2014 no estaba ligada al domingo. La Casa de
Misericordia les arrebató el privilegio de verse anunciados un cuarto de siglo
consecutivo en su día, y a los toros de Zahariche se les encomendó la vieja
misión de cerrar los Sanfermines. Un acierto, a tenor del terror que ha sembrado ese
salinero herrado a fuego con el 58. Estremecedor. El menos aparatoso, de una
corrida descomunal, ha cogido el relevo de aquel Ermitaño que hace un lustro también impactó a Pamplona.
Un inoportuno enganchón de las manos del toro contra los
tableros del primer portal de la Estafeta ha provocado un alarido a lo largo de toda la calle, y más aún en Mercaderes. Tras incorporarse, giró sus 600
kilos en una baldosa, derrotó e hizo presa. El mozo quedó a su merced. Para
darle mayor dramatismo a la escena, durante unos segundos, este ya famoso Olivito clavó su pitón izquierdo contra
el conglomerado que refuerza el interior de la curva. Lo destozó. Y también al joven. Como si de un juego macabro se tratara, el Miura dejó
huir a su presa, con el muslo hecho girones, y comenzó una nueva caza. No pasaron ni 20 metros y el salinero ya lo tenía entre sus pitones de nuevo. Lo reventó contra el vallado de Mercaderes. Ninguna de las
muchas manos que se amontonaban en torno a la cruda escena
pudieron evitar un cornalón en el abdomen. Así es el
encierro.
Tras liberar a su presa, el Miura tuvo tiempo de cornear a un
mozo más y de meter los riñones hasta hacer temblar uno de los pilares
que sostienen las barreras de Mercaderes. Coleado, y a base de varazos, Olivito se vio forzado a enfrentarse de nuevo a una Estafeta que para entonces ya había entonado ‘el pobre
de mí’. No quería guerra. El trabajo de los pastores consiguió guiar al toro a base
de quiebros hasta mediada la calle ‘estrella’. Allí volvió a dar muestras de su
celo. Para suerte de la nueva presa, y de los espectadores, apareció una barrote
salvador a dos metros y medio de atura, que es donde el salinero había enviado
al mozo tras un fuerte derrote. Logró salvar el tipo. La experiencia apareció
entonces para llevarse a ese "demonio" a
puro huevo hasta Telefónica. Más de dos se jugaron el pellejo, literalmente.
Tras llegar al último tramo del encierro, el toro remoloneó hasta que
aparecieron los bueyes ‘escoba’ y lo envolvieron hasta reunirlo tres minutos después con sus hermanos.
En ese 4:57 de encierro Pamplona ya tenía olvidada la forma
en que los cuatro cárdenos de Miura avasallaron a la Estafeta. Una coz de Neblino a la altura de la bajada de
Javier acabó por completo con el ansia de hacer pantalla. Velocidad punta. Pero eso no ya no importaba,
Pamplona estaba estremecida. No era para menos.
LA FICHA
Lunes 14 de
julio. Octavo encierro de las fiestas de San Fermín 2014. Con cielo cubierto y 15
grados de temperatura se han corrido 6 toros de Miura. El recorrido lo han completado en 4 minutos y 57 segundos. La lidia de la última corrida
de la Feria del Toro, décimo festejo del abono pamplonés, correrá a cargo Javier
Castaño, Luis Bolívar y Esaú Fernández.
El parte médico oficial deja tes heridos por asta
de toro y cinco traumatismos. El más grave presenta cornadas en el hemotórax derecho, el abdomen y el muslo izquierdo, el segundo fue corneado en ambos muslos y el perineo, mientras que el tercero recibió un una cornada en muslo derecho.
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